Todos sabemos la importancia que tiene la cara al vernos reflejados en el espejo cada mañana. El rostro muestra: si hemos descansado, si tenemos preocupaciones o si estamos en calma, si tenemos obstrucción o tenemos oxígeno. Si estamos contentos o tristes.
La cara es nuestra carta de presentación y a todos nos gusta tenerla despejada, joven y con la piel tersa y oxigenada. De hecho si hacemos un buen descanso por la mañana nos encontraremos al 1000×1000 de capacidad y oxígeno.
A lo largo del día los sentidos se llenan de información que no podemos procesar tan rápido como entra, con lo que llegamos al final del día con la cara cargada, cansada y envejecida.
Para limpiarla utilizamos productos de cuidado diario: agua micelar, tónico y una hidratación. Con las mascarillas, los masajes de alineación energética y las limpiezas de cutis, vamos limpiando la suciedad, la polución del ambiente, y además a nivel energético-emocional limpiamos el rostro de información que llega y no podemos ciclar:
- Los ojos se llenan de imágenes, la mayor parte de ellas carecen de interés en el momento.
- La nariz capta multitud de olores y cosas que percibimos que no sabemos qué hacer con ellas.
- La boca se llena de palabras retenidas y no dichas en el momento.
- Las orejas de palabras igualmente e incluso de pensamientos que flotan a nuestro alrededor.
Con todo este exceso de información volvemos a casa cada día y si no hacemos una buena liberación, día tras día vamos acumulando más y más. Pero, los sentidos, tienen un límite de absorción entonces, ¿qué pasa con la información inútil que retenemos?
Como lo más cercano a los sentidos es la mente, toda esa información innecesaria lo primero que hace es subir a la frente, a la mente, y ahí se junta con los propios pensamientos que ya la llenan de por sí. En este proceso se pueden producir incluso dolores de cabeza.
La información que percibimos por los sentidos queda 1 mes en el rostro. Después de ese tiempo, lo sobrante, pasa al cuerpo, a la zona corporal correspondiente a cada sentido y bloquea la misma. Por ejemplo todo lo que entre por ojos acabará llenando la barriga. Primero podemos sentir que nos piquen los ojos o que tengamos los tengamos cansados, luego esto podrá generar problemas digestivos o que se nos hinche la tripa.
Esto es un ejemplo de cómo funciona nuestro rostro y cómo se conecta con nuestro cuerpo. Tomando conciencia del cuidado diario y si hacemos una limpieza del rostro de manera periódica tendremos la cara fresca y despejada y más abierta a las oportunidades de la vida y, el cuerpo no se cargará tanto con la información de la misma. Así estaremos más contentos, vitales y con ganas de seguir avanzando.
Ánimo y adelante!